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Archivos de Castilla y León
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En una maniobra propia de las intrigas de palacio, Juan Rodríguez de Figueroa será nombrado presidente de la Chancillería de Valladolid. Su nombramiento respondía a la intención de Ruy Gomez de Silva, Príncipe de Éboli, de alejarlo de la Corte al haberse convertido en un adversario incómodo tanto para sus intereses como para la naciente facción ebolista. Figueroa logrará eludir el nombramiento en gran medida gracias a que, con su experiencia en los asuntos italianos, se había hecho indispensable para ejercer el gobierno de Nápoles y Milán; Reino y Estado que el Emperador había concedido a su hijo el príncipe Felipe con ocasión de su boda con la reina de Inglaterra María Tudor. Precisamente será el propio Figueroa el que actuará como emisario del Emperador en Londres para comunicarle estas concesiones.
En los años 1554 y 1555 sería nombrado protonotario y magno camerario de Nápoles, en 1557 se incorporaría a la Cámara de Castilla y al Consejo de Estado al año siguiente. Por lo tanto, su nombramiento como presidente de la Real Chancillería de Valladolid quedaría sin efecto.
La Chancillería, de creación bajomedieval, supuso el primer paso para la profesionalización de los tribunales superiores. En un principio fue itinerante, pero en 1489 se ordenó su radicación definitiva en Valladolid, viéndose en ella todos los pleitos importantes y todas las causas de apelación de la Corona de Castilla. Más adelante, los Reyes Católicos constituyeron una segunda en Granada, creándose además una serie de audiencias. La organización de todas era muy semejante, constando de un presidente o regente, dieciséis jueces oidores y tres alcaldes del crimen, agrupados todos en varias salas de lo civil y lo criminal. Contra las sentencias de la Chancillería sólo podía apelarse en causas especiales ante el Consejo de Castilla.