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Archivos de Castilla y León
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Era un domingo de verano en Peñaranda de Bracamonte (Salamanca) cuando el pueblo, que se arreglaba para asistir a misa de doce, se sobresaltaba a consecuencia de un gran estruendo. Por un instante hizo pensar a sus gentes en un acto de guerra, en un bombardeo, dado lo próximo de la contienda civil vivida, aunque inmediatamente se darían cuenta que la explosión provenía de uno de los polvorines de armas de la localidad, el más próximo a la estación de ferrocarril. Fue un 9 de julio de 1939.
Peñaranda de Bracamonte, durante la guerra civil había sido zona de retaguardia del ejército franquista, por lo tanto plaza segura y estratégicamente bien comunicada para el aprovisionamiento de explosivos, que fueron almacenados en distintos enclaves de la localidad.
No sabotaje, sino accidente, fue la tesis que se impuso. Instantes antes del desastre, el tren de mercancías 352 procedente de Salamanca con destino a Ávila entraba en la estación con una de sus ruedas al rojo vivo, fue el detonante. Se sabe que la mercancía transportada era amonal, mezcla tremendamente inestable de nitrato amónico, TNT y polvo de aluminio. La explosión fue enorme, casi simultánea a una segunda proveniente del polvorín próximo a la estación, que almacenaba más de trescientas toneladas de bombas.
Las víctimas fallecidas nunca pudieron determinarse con exactitud, aunque se puede asegurar que superaron el centenar entre muertos y desaparecidos. Arrasadas quedaron la estación de ferrocarril y las fábricas de harina y de caucho aledañas. La fuerza de la onda expansiva elevó el número de heridos a más de mil quinientos y se estima que unas mil viviendas se vieron afectadas por derrumbamiento y por el incendio que se declaró a continuación.
Nos podemos trasladar al caos vivido en el momento y lugar de la tragedia a través del Informe que la regidora de la Sección Femenina de la Falange Local elevó a sus superiores .
Ese mismo año se crearía el Patronato para la Reconstrucción de Peñaranda. El gobierno declararía que la reconstrucción fue ejemplar, convirtiéndose en objeto de la propaganda del régimen y modelo de la “Reconstrucción Nacional”. En el pueblo sin embargo, permaneció la idea de una ayuda prometida que nunca llegó a completarse.
Las fotografías, conservadas en el Archivo Histórico Provincial de Salamanca, proceden del fondo documental del Gobierno Civil de Salamanca, y hay que atribuírselas al reconocido fotógrafo zamorano y salmantino Ángel de Horna (1899-1974).
Fuente consultada: El polvorín 1939-1989, Peñaranda de Bracamonte. Ediciones Bracamonte. 1999.