Menú principal
Archivos de Castilla y León
Archivos de Castilla y León
Acceso a la galería de imágenes de este documento
Si bien este último documento no formaba parte del cuadernillo, se ha decidido incorporarlo a la muestra puesto que nos relata a modo de crónica la visita que efectuaría Felipe II a Juan Rodríguez de Figueroa en sus postreros días como los actos que tuvieron lugar tras su fallecimiento.
Cumplimentó el monarca con Figueroa un 23 de marzo de 1565. Contaba para entonces el presidente del Consejo de Castilla con setenta y cinco años. Fue una visita de despedida en la que ambos tuvieron una larga plática sobre las muchas cosas y secretos tocantes al buen gobierno de los Reinos. Imaginamos que fue una conversación sincera, también entrañable y de gratitud por los buenos y leales servicios prestados tanto a él como a su padre. El documento también recrea el diálogo sobre una última petición del monarca, el nombre de su sucesor al frente del gobierno y administración de justicia de sus Reinos, y que el propio Figueroa lograría eludir con las siguientes palabras: Católica majestad, pídole que me descargue delante de Dios del oficio de un presidente sin llevar cargo de dar cuenta a Dios de él. Por lo demás, al día siguiente recibiría la visita del príncipe don Carlos y de don Juan de Austria, como también de su confesor, el obispo de Gerona, que permanecería a su lado hasta que el hilo que lo mantenía con vida lo abandonó dos días después de su conversación con el monarca.
Tras su fallecimiento se nos relatan los actos realizados en su memoria, que lo fueron con toda pompa y boato después de disponer el monarca que el entierro fuese honrado con su Casa y Corte. El documento hace relación detallada de los asistentes, agrupados por representantes de la Iglesia, estado seglar, casa real, caballeros, como también hombres ilustres. Entre estos últimos cabe mencionar al Gran Duque de Alba, a Don Alejandro Farnesio, al Príncipe de Éboli y probablemente Don Álvaro de Bazán, identificado como Príncipe de las Galeras. También asistieron caballeros en muy gran número de diversas naciones, españoles, como franceses, italianos, alemanes, húngaros, flamencos, sicilianos, corsos, holandeses, griegos, indios y africanos.
Sirvan estas pinceladas para hacernos una idea de la majestuosidad de un cortejo que acompañaría al difunto hasta el Convento de San Francisco extramuros de Madrid, si bien sus restos descansarían definitivamente en el Convento de San Francisco de Ciudad Rodrigo, en Salamanca.
Tristemente el convento de San Francisco de Ciudad Rodrigo sufriría graves daños durante la Guerra de la Independencia, y aunque sus frailes volvieron en 1815 su cierre definitivo se produjo veinte años después cuando se aplicaron los decretos de exclaustración de Mendizábal. En la actualidad entre sus ruinas únicamente se conservan dos capillas, la fundada por Antonio del Águila, deán de la catedral y la capilla de la familia Centeno.
Nota: Se trata de una copia simple. No obstante en el fondo familiar Luna Terrero consta una segunda copia del año 1785 diligenciada por el Oficial Mayor del Archivo de la Chancillería, en la que se certifica que el original está escrito en cuatro hojas bastante maltratadas en su orilla exterior, procedido de su antigüedad, mala calidad de su papel y haberse humedecido. Y en su cubierta se halla señalado con el número y cajón sexto, papelera primera…Y se reconoce en su papel, idioma y caracteres ser del tiempo antiguo en que se ejecutaron, y no contienen sospecha, nulidad ni falsedad alguna”.