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Archivos de Castilla y León
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Archivo Histórico Provincial de Ávila
ES-CYL-AHPAv-05001
Colección fotográfica Jesús Fernández Andrés
Fondo
1 Unidad de instalación (63 Placas estereoscópicas de vidrio), 64 imágenes digitales y un visor.
Jesús Fernández Andrés nace el 24 de Diciembre de 1898 en La Vega de Santa Maria (Avila).* Hijo de Odón y Francisca, el mayor de tres hermanos (Jesus, Antonio, Pilar). Casado con Sofía Jiménez y padre de tres hijos (Julián, Consuelo y Jesus). Por motivos de salud se traslada a Málaga en la década de los 60 donde permanece hasta su muerte, el 8 de Febrero de 1986, Churriana (Málaga).
Es el primero de su familia en cursar estudios universitarios. Licenciado en Farmacia por la Universidad Complutense de Madrid (1921). Es posible que continuara su formación en Barcelona (Inspector de Farmacia).
Aficionado a la guitarra, la escritura y la fotografía (Premio de una imagen hecha en Barcelona el 15 de octubre de 1918).
Durante su estancia en Madrid fue alumno del prestigioso guitarrista Regino Saez de la Maza, que intento convencerle que abandonara los estudios de farmacia y se dedicara exclusivamente a la guitarra (esto no fue aceptado por su padre).
Colección cedida por la familia de D. Jesús Fernández Andrés, por su nuera Dª Carmela Álvarez y su nieto, D. Jesús Fernández Álvarez, en representación de sus herederos, a través de un investigador del archivo D. Lucrecio Nieto, en abril de 2014, después de algunas conversaciones con Lucrecio.
Cesión ilimitada.
Placas estereoscópicas de vidrio de diversa temática, la mayoría sin fecha. Un visor.
No están previstos.
Acceso según lo dispuesto en: Real Decreto 1708/2011, de 18 de noviembre, por el que se establece el Sistema Español de Archivos y se regula el Sistema de Archivos de la Administración General del Estado y de sus Organismos Públicos y su régimen de acceso. (BOE nº 284, 25-11-2011, CAPÍTULO IV, Procedimiento de acceso a documentos y archivos. Artículo 28.) Ley 6/91, de 19 de abril, de Archivos y Patrimonio Documental de Castilla y León: Artículo 21 b) Ley Orgánica 1/1982 de Protección del Derecho al honor, a la Intimidad Personal y Familiar y a la propia imagen. Reglamento (UE) 2016/679 del Parlamento Europeo y del Consejo, de 27 de abril de 2016, relativo a la protección de las personas físicas en lo que respecta al tratamiento de datos personales y a la libre circulación de estos datos y por el que se deroga la Directiva 95/46/CE (Reglamento general de protección de datos). Ley Orgánica 3/2018, de 5 de diciembre, de Protección de Datos Personales y garantía de los derechos digitales. Ley 39/2015, de 1 de octubre, del procedimiento administrativo común de las administraciones públicas (BOE 2 octubre).
Octubre 2014
Abril 2020
Atendiendo tu petición te mando este correo con los recuerdos que tengo de mi padre Jesús Fernández Andrés. La antigua farmacia la instaló en la calle Generalísimo Franco nº 2. Fue un excelente boticario, preparando en aquella época para la fiebre o el dolor, mezclando sabiamente los polvos de aspirina con las de antipirina y fenacetina en una fórmula que solamente él sabía dosificar. Para los resfriados y catarros también ideó un jarabe que sabía malísimamente pero muy certero en suprimir la tos, estaba hecho a base de extracto de Tolú, mentol, gomenól, esencia de anís y jarabe simple. Asimismo un linimento o embrocación para dolores de espalda o golpes y torceduras parecido a la que luego se llamaría Linimento Sloan, o más conocida como “el tío de los bigotes”, llamado así porque el cartón en que iba introducido el frasco estaba dibujado la cara de un señor con grandes bigotes; la gente no sabía el nombre del preparado, pero sí que recordaba los enormes bigotes del “tío” del envase. El preparado de don Jesús estaba compuesto por mentol, eucaliptol, esencia de trementina, etc., que frotado con fuerza con la palma de la mano producía una sensación de alivio en la zona afectada. Incluso llegó a preparar inyectables de Cloruro mórfico –morfina- para aquellas personas aquejadas de dolores irresistibles ¿serian enfermos cancerosos?, que no solían preparar en otras farmacias debido a que se necesitaba un autoclave para su esterilización, él lo subsanó con un procedimiento suyo que no necesitaba el “autoclave”. Don Jesús ideó un procedimiento artesano que hacía lo mismo que el autoclave.
No solo se ciñó a la labor de boticario, sino que le gustó adentrarse en la fotografía y en la música. Fue un magnifico fotógrafo, gustándole la fotografía artística que la dominaba a la perfección, no fue casualidad que consiguiera un premio nacional en el año 1919 y una mención especial a nivel mundial. En un cuarto de la casa preparó “el cuarto oscuro” para el revelado de las fotos que hacía. Solamente una luz tenue en rojo era la iluminación del cuarto, utilizando tres cubetas para el revelado, limpiado y fijado, consiguiendo fotos insólitas y nítidas prolongando o disminuyendo el tiempo de exposición a la luz. Por último finalizaba la tarea poniendo las fotografías impresas y todavía húmedas cogidas de una cuerda que pendía del techo y utilizando las pinzas que se utilizan para “prender” la ropa iba poniéndolas una debajo de otra hasta finalizar el carrete de fotos. Para un niño de edad –tendría 6u 8 años- era sorprendente y milagroso que poco a poco salieran las imágenes que se hicieron anteriormente.
Como escritor también destacaba por su facilidad en escribir cualquier artículo. A diferencia de otros escritores el siempre escribía, -si el tiempo lo permitía- en el campo. Tenía un silletín, de los utilizados por los cazadores que utilizaba para escribir unas cuartillas que luego las pasaba a limpio. Colaboró con varios periódicos, tanto de Ávila como de Madrid. Todavía conservo bastante deteriorados dos libros que el escribió. Una es una novela de ambiente universitario, titulada “La Estudiantina pasa” que empieza así:
“Comenzaba el curso. Estudiantes de los más diversos y lugares de España, concentrabanse en Madrid, terminadas las vacaciones estivales para continuarlos estudios.
Aves de paso. Juventud eterna en renuevo constante. Golondrinas humanas llevando su alegría por calles y plazas, por Institutos y Universidades, por bailes y casas de huéspedes. Bullanguera estirpe del saber y entender, desparramándose por el ámbito nacional una vez terminados sus estudios, para ser sustituidos por otros, en este incesante florecer del rosal estudiantil.
La Facultad de Farmacia rebosaba de alumnos y, entre ellos algunas jóvenes ponían la nota de femineidad y movían a su entorno aquel enjambre constituyéndose en centros de atracción, en estrellas de aquel microcosmos. Y si los astros se influencian unos a otros a través de la distancia, como no habían de ejercerla aquellas agraciadas hijas de Eva, siempre rodeadas de compañeros, que en constante pugilato de cortesía y atenciones, de gracias y ocurrencias, trataban de destacarse ante sus ojos...”.
El otro libro es un drama que le tituló “Cuando llega el amor y se desarrolla en una casa de campo castellana.
La decoración del primer acto representa la fachada de un caserío que da al corral que está a la izquierda. A la derecha, tinado y puerta carretera que da al campo. Al fondo, tapia de la corraliza, donde se verán aperos de labor (arados, yugos, ijadas, etc.). Detrás de esta tapia asomarán las masas verdosas del arbolado. Va a empezar el verano.
Como verás era un hombre polifacético que todo lo hacía bien. Gran aficionado a la caza y a la pesca. Recuerdo haberle visto preparar los cartuchos, pesando la cantidad exacta de pólvora y perdigones que debía llevar en cartucho y luego rebordeándolos con un taco de fieltro que ponía en el extremo del cartucho. Con una máquina que tenía ponía el cartucho y por presión conseguía unos cartuchos excelentes. Con las cañas para pescar era igual de meticuloso, y recuerdo haber ido con él en la moto ROA que teníamos a Navares o al Arrollo de la Quiebra en el término de la Vega, pescando unas truchas grandes y sabrosas.
Como músico, era increíble. Podía saber que cuerda del instrumento estaba desafinada. Tenía un oído prodigioso. Yo recuerdo haber estado con él en algún concierto de guitarra en el Cine Monumental de Madrid decirme muy bajito al oído “Tiene desafinada la segunda”. Efectivamente así era, y el solista al empezar el segundo acto pulsó varias veces la clavija de la segunda cuerda hasta afinarla correctamente. Tocaba la bandurria, el laúd y la guitarra. Fue con este último instrumento con el que más destacó. A propósito voy a contar una anécdota que le sucedió a mi padre cuando estudiaba la carrera de Farmacia, por los años 20.
Queriendo perfeccionar su estilo fue a dar clase de guitarra clásica con un acreditado profesor valenciano llamado Minguella. El profesor, pronto se dio cuenta de sus grandes condiciones para este instrumento y le dijo que tenía que dedicarse totalmente a la guitarra, que dejara sus estudios de Farmacia y se dedicara exclusivamente a la guitarra, que en poco tiempo le convertiría en un famoso concertista, para ello serían necesarias 6-8 horas diarias de aprendizaje. Mi padre contestó al profesor que no podía tomar una decisión tan drástica, que se lo propondría a mi abuelo. Aprovechando una visita que hacía mi abuelo Odón a Madrid, mi padre le dijo que le gustaría viese a su profesor de guitarra. A “regañadientes” fue a su academia. El profesor repitió a mi abuelo lo que anteriormente había dicho a mi padre y para forzar la decisión de mi abuelo, le dijo: Mire usted, llevo muchos años dando clases de guitarra a numerosos jóvenes que vienen con el ánimo de llegar lejos en esta difícil profesión. Hasta ahora solo dos alumnos me han llamado poderosamente la atención: su hijo y otro joven, pero con la particularidad de que Jesús en tan solo ocho meses en la academia ha llegado a sobrepasar a este joven. El profesor hablaba del famoso concertista Regino Sainz de la Maza. El abuelo, castellano él –de Vega de Santa Maria- agricultor curtido en los interminables días de estío y poco avezado en temas musicales, le contestó: ¡Todo esto, profesor, está muy bien, pero yo lo que quiero es que mi hijo acabe la carrera de Farmacia! ¡No me gustaría verle de “titiritero” detrás de un carromato, tocando la guitarra de pueblo en pueblo acompañando a unas gitanas o a una compañía de teatro de poca monta! Enseñó a muchos jóvenes de Velayos a tocar algún instrumento de cuerda, como a Sabino Adanero, Moisés Bermejo “Mochete”, Juan Antonio Sastre “el chato” o a Pepito, el ayudante del secretario del Ayuntamiento del pueblo o a mí. Este grupito tocaba los días de Navidad, Año Nuevo y Reyes desde la tribuna donde estaba el órgano de la iglesia, con la ayuda de unos jóvenes villancicos populares propios de esos días, y en la consagración a veces tocaban el Himno Nacional.
Tuvo varios discípulos aventajados, entre todos, sobresalió Salvador “Salvi”, el hijo del señor Salvador, Secretario Sindical Comarcal en Velayos, por los años 60. Hoy día es profesor de guitarra en el Conservatorio de Música de Ávila.
También nos enseñó a un grupo de jóvenes del pueblo: Sabino Adanero y Pepito, el ayudante del secretario del Ayuntamiento tocaban el laúd, Juan Antonio Sastre la bandurria y yo la guitarra.
Aun siendo un artista excepcional, lo más importante de él era su calidad humana. Hombre humilde, generoso y un buen padre y esposo. Más que mi padre era mi mejor amigo. Congeniamos a la perfección y me contaba anécdotas de su vida universitaria. Estábamos deseando que llegasen las vacaciones de verano para irnos en moto hasta el Adaja o el Voltoya. Llenábamos nuestro macuto con la merienda que nos habían preparado y nos poníamos a dialogar siempre al lado del rio viendo las limpias agua, libres de contaminación. Luego al anochecer reemprendíamos el regreso a Velayos.
Mi afición por la música y por la Tuna se debe a él, ya que me contó muchas anécdotas de la creación en el año 1919 de la Tuna Escolar Madrileña, que englobaba estudiantes universitarios de todas las Facultades y Escuelas especiales de Madrid.
Bueno amigo Lucrecio, esos son a grandes rasgos las actividades de mí añorado padre.
Jesús Fernández Jiménez