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Archivos de Castilla y León
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La labor de escritor es en Delibes inseparable de su trabajo como periodista, aunque éste se inició de forma peculiar. En octubre de 1941, un joven Miguel acude a la redacción de El Norte de Castilla, entonces dirigido por Jacinto Altés, con una carpeta de caricaturas (siempre le había gustado el dibujo, y ya en el colegio retrataba en clave de humor a sus profesores, para regocijo de sus compañeros de clase). Y como dibujante se inició Delibes en el periódico. Tras hacer un curso, obtuvo el carné de prensa, y se incorporó ya como redactor a la plantilla de El Norte de Castilla en 1944. Durante estos primeros años escribe breves reseñas cinematográficas, noticias locales y necrológicas. Va aprendiendo el oficio. Firma con diferentes nombres de pluma aquellas primeras colaboraciones, y como MAX sus dibujos: según él mismo explicó, la «M» correspondía a su nombre, la «A» al de Ángeles, y la «X» a la incógnita de futuro que se abría ante ellos. Poco podían sospechar ambos jóvenes que en la década de los 50 Delibes pasaría a ser subdirector del periódico, primero, y director, después.
Su presencia insuflará al diario independencia y modernidad, y en torno a él se aglutinarán, en los 50 y los 60, nombres imprescindibles que aúnan también literatura y periodismo: José Jiménez Lozano, Francisco Umbral, Manu Leguineche, César Alonso de los Ríos o José Luis Martín Descalzo.
En este tiempo, los conflictos con la Dirección General de Prensa fueron constantes, y motivaron complicadas estrategias para mantener el vínculo entre Delibes y el periódico. La denuncia de la situación de atraso que sufría el campo castellano fue uno de los motivos de conflicto con la censura, que impidió la publicación de reportajes críticos y comprometidos sobre esta cuestión. Pero Delibes encontró la manera de sortear el problema: así es como concibe Las ratas (1966), que mediante la coartada de la ficción muestra la miseria material y moral de algunos habitantes del campo.