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La mirada infantil

Uno de los grandes logros de la narrativa de Delibes es el haber creado personajes infantiles creíbles, vivos y auténticos. Esto es posible porque el escri­tor estaba convencido de que los niños no son adultos sin desarrollar, y de que pueden tener una mirada tan compleja como los mayores, e incluso, muchas veces, más perspicaz que la de estos. En sus páginas encontramos niños de pue­blo y niños de ciudad, siempre con los ojos bien abiertos ante el mundo, descubriendo sus misterios y desmontando con su lógica implacable e insobornable el comportamiento tantas veces absurdo y arbitrario de los adultos. Entre sus niños más recordados podemos citar a Daniel el Mochuelo, el protagonista de El camino, y sus amigos Germán el Tiño­so y Uca-uca, el pequeño sabio al que todos llaman el Nini, en Las ratas, y que conoce los secretos de las estaciones y las labores del campo, o Quico, el niño al que su hermanita recién nacida acaba de desplazar de las atenciones mater­nas, y cuya mirada de tres años Delibes consigue recrear de manera vívida y conmovedora en El príncipe destronado.

Este interés por la infancia le llevó, asimismo, a crear algunas obras para niños, siempre desde la convicción de que estos merecían relatos breves y concretos en su trama, pero con tanto respeto por la calidad literaria como cualquier escrito dirigido al público adulto. Tres pájaros de cuenta ha pasado por las manos de varias generaciones, y seguirá haciéndolo por las de muchas otras. A este título se sumó, en 2018, el libro póstumo La bruja Leopoldina, un relato con dibujos del propio Delibes que había permanecido inédito en el archivo del escritor. Bajo el título Los niños se reunieron, en 1994, algunas de sus páginas más memorables sobre la infancia.