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Archivos de Castilla y León
Archivos de Castilla y León
El escribano público existe desde antiguo. Ya el Fuero Real y las Partidas del rey Alfonso X el Sabio consideraban la función del escribano como una función pública y regularon su actuación con bases que se mantuvieron vigentes hasta la ley de unificación de 1862, todavía en vigor.
Los escribanos propiamente dichos, llamados hoy notarios, son los depositarios de la fe pública, dotados de facultades especiales en orden a: escribir, formalizar y autenticar con las debidas garantías los actos, negocios y pleitos de las instituciones y de los individuos; y a guardar y conservar dichos instrumentos públicos (documentos) una vez protocolizados.
Por lo tanto, era obligación de los escribanos extender en un documento la constancia de los actos que autorizaban, uniéndolos en un volumen llamado registro o protocolo. El protocolo era, y lo es hoy también, el original en el que firmaban o ponían su mano los otorgantes y testigos, y del cual se daba traslado a las partes. La obligación de protocolizar es tan antigua como la propia institución.
En todo documento notarial podemos apreciar de forma invariable la precisa datación de los documentos, consignándose lugar, día, mes y año; y los elementos de validación, entre los que no puede faltar el signo o señal acostumbrada del notario (signum notarial), elemento característico y propio de cada uno de los escribanos y que desempeña un papel fundamental, pues con su aposición se garantiza la validez del documento.
Es precisamente en los signos notariales donde vamos a fijar nuestra atención con una pequeña muestra en cierto modo trivial, que nos aproximará a los distintos modos en que este peculiar signo de validación ha sido representado a lo largo de los siglos en los documentos notariales del Archivo Histórico Provincial de Salamanca . Aparecen como ejemplos signos bastante detallados y minuciosos en su realización. En este sentido son de destacar los de algunos notarios eclesiásticos que eran a veces escribanos públicos. Varios llevan las llaves de San Pedro cruzadas en forma de aspa, una cruz en la parte superior del conjunto que podía ser de diferentes maneras (latina, patriarcal, papal) y que nos indica que se trata de un escribano apostólico. Si los signos notariales del s. XVI son más complejos, e incluso grandes de tamaño, con el paso de los siglos tienden a ser más simples, de menor tamaño, y con peculiaridades propias de cada época.
De los signos expuestos más de la mitad son del s. XVI, aunque también se presentan signos de los siglos XVII, XVIII, XIX y principios del XX. En total son treinta escribanos-notarios. Para cada signo se indica el nombre del notario, la localidad en la que desempeñó el oficio y el año de la escritura pública.
Esta exposición no deja de ser una muestra testimonial, o un pretexto para dar a conocer la documentación notarial custodiada en el Archivo Histórico Provincial de Salamanca: son aproximadamente diez mil protocolos y más de mil doscientos los escribanos-notarios registrados desde el s. XVI. Sirva también esta presentación para animar al ciudadano a conocer de primera mano el inmenso caudal informativo que atesoran los Archivos Históricos Provinciales de Castilla y León en sus Protocolos Notariales.